-En los 80´s y 90´s se popularizó el juguete “Polly Pocket”, un pequeño cofre que al abrirlo representa una casita de muñecas. Su creador es Chris Wigg, quien le regaló a su hija en 1983 una pequeña muñeca de madera llamada Polly y su casa que era una adaptación artesanal de una caja de maquillaje con divisiones incorporadas en su interior. El resultado es un juguete sumamente carismático que primero ganó popularidad en Inglaterra y posteriormente a nivel mundial. Los primeros eran redondos como herencia de la caja de polvos de maquillaje, aunque luego mutó a cuadrados, hexágonos y luego formas más complejas como estrellas, flores y castillos.
Esta estructura es una caja que se abre a 90° siendo la tapa la sección de vivienda y el interior sería el nivel de planta. Sólo basta eso para que nuestra mente arme un espacio interior completo entre estas dos caras. Otra característica es que los Polly pocket son ricos en pequeños elementos y detalles interactivos, incluyendo la muñequita que viene en cada set basada en la original hecha por Chris Wigg.
A pesar de presentarse en un formato pequeño, los micro universos de Polly pocket crean más de una escena en cada caja. Si situamos a la muñeca en cualquier punto de ésta, se rodea de distintos elementos y detalles, generando diferentes escenas. Cada caja suele venir con una temática, puede ser un castillo, la escuela, el océano, un hotel. Lo divertido es cómo algo tan grande y complejo logra reducirse a semejante tamaño logrando crear escenas de mayor complejidad.
Una vez compré una sencilla cajita de madera de forma hexagonal y me recordó mucho en tamaño y forma a este carismático juguete. Inspirada por esto y aplicando mi colección personal de objetos decidí a modo de juego adaptar esta caja creando una versión propia basada en el imaginario de la corriente estética “Dark-cottagecore”.  Dicha estética recoge elementos visuales basados en la vida en bosque con un toque oscuro y de magia, por lo que mi caja sigue esa temática.
 Me gusta crear desde el lenguaje de las miniaturas. Lo observo como una resistencia ante una escena artística que tiende a apostar por lo masivo, lo industrial y de dimensiones muy grandes. Lo pequeño y diminuto se ignora, no resulta tan comercial como lo masivo. Es lindo ejercer resistencia desde el detalle de un trabajo muy pequeño.  Este mismo formato responde de mejor manera a un problema muy presente en la vida cotidiana de un artista, que es la jerarquía de espacio a la hora de almacenar una obra producida. Con cosas muy grandes esto pasa a ser un problema. Me parece maravillosa la idea de que mis obras quepan en un bolsillo, como pequeños tesoros que interactúan entre sí y pueden exhibirse de manera individual o como una serie bajo la misma línea estética.
Malva pocket
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