Quiebra /  Dirección artística - Exposición - Fotografía

Idea, conceptualización y dirección artística en la creación de una exposición en el MUA Museo de la Universidad de Alicante para la convocatoria III Bienal de artes visuales. Pluri-identidades. 
Figuras que normalizamos 
por el mero hecho de estar
en nuestro patrimonio, 
cuando en realidad esconden
todo un entramado de luces y sombras. 
Las estatuas han sido un elemento constante en muchas culturas y sociedades. Con ellas, imitando modelos reales, se intenta evocar a dioses, personajes, o conceptos. Sin embargo, todas las sociedades intervienen de forma permanente sobre sus monumentos históricos con el objeto de otorgarles un sentido adecuado y coherente con su devenir presente. La corporalidad física de las esculturas ha determinado una relación natural con la figura humana, trascendiendo valores, creencias y aspiraciones sociales. Son discursivas, aleccionadoras, que nos saludan desde lejos y nos invitan a acercarnos.

Volver a mirar estas figuras desde una visión crítica para cuestionarnos lo que durante años hemos ido heredando. Prestar atención a toda la simbología impuesta para entender comportamientos pasados y de qué manera nos han representado a lo largo de los años.

Las estatuas marcan unos cánones de belleza alejados de la realidad. La primera condición de una obra para ser bella sería la “Integridad”, en cuanto a que esta no le debe faltar nada de acuerdo a su modelo natural, entendiéndose por esto que si lo que se representaba era un hombre, a este no le debía faltar un brazo. Al observar las estatuas que hemos encontrado en nuestra ciudad, podemos ver la normatividad de los cuerpos, todos siguiendo los cánones de belleza establecidos. No hay cuerpos diversos. Las mujeres se suelen mostrar desnudas, mientras que los hombres no.
Las identidades son concebidas como procesos construidos social y culturalmente, moldeados históricamente. Por lo tanto, no hay identidades fijas ni homogéneas, sino dinámicas; no se trata de una identidad única, sino diversa; los procesos identitarios entre las mujeres y hombres adultos se constituyen en procesos complejos y que están fuertemente condicionados por el pasado. El hombre desde sus inicios tiene la necesidad de expresar y comunicarse, pero de igual forma necesita representarse a sí mismo, esta visión y abstracción del hombre se transforma en función del momento histórico y cultural. 

Es por eso que este proyecto nace de la necesidad de investigar acerca del cuerpo y sus formas mediante las estatuas de Barcelona que representan un estatus cultural e histórico concreto. Remontarse en el pasado para hablar del presente y el futuro, para entender cómo nos comportamos en estos acontecimientos y de qué manera hemos ido retratándonos a lo largo de los años. Toda estatua busca imponerse como pretensión de inmortalidad. Su emplazamiento intenta consolidar una versión pública y representativa del pasado. Pero el paso del tiempo también va dejando huella en ellas, se rompen y algunas, incluso tienen un final. Como humanos, hemos estado haciendo monumentos para glorificar a las personas. Humanizando lo divino e idealizando lo humano.

Por otro lado, este tipo de monumentos están vinculados a fundamentos ideológicos y políticos profundamente tradicionales. Pero no solo se trata de figuras que ocupan el espacio público sino símbolos considerados una oda a la esclavitud y el racismo y que se originaron junto al colonialismo. Estatuas que después de años de silencio han generado revueltas y polémicas, con el fin de exigir que las calles se liberen de figuras que hacen homenajes a la memoria confederada y que fueron profundamente ofensivas contra la humanidad. Esos monumentos y acciones han dejado tras sí una estela de reflexiones y unos dilemas de política pública generando la discusión sobre cómo y con qué símbolos se recuerda la historia.

Cada vez el mundo requiere que los monumentos estén dirigidos hacia acciones reparatorias de hechos históricos y poder tener nuevos referentes que encumbren la diversidad. Cuestionarnos estos actos y dar voz a las comunidades oprimidas que durante décadas han estado silenciadas. 

Descubrimos que no fue hasta 1917 que Barcelona tuvo el primer monumento dedicado a una mujer que no fuera santa, reina, diosa, ni obrara milagros. Esta ciudad, como tantas otras, cuenta actualmente con 168 estatuas de hombres por sólo 14 de mujeres. De estas 14, no todas cuentan con nombre y apellido. Dato que ejemplifica la desigualdad entre hombres y mujeres; en la que a ellos se les glorifica y se les convierte en héroes y en cambio las mujeres son representadas cómo símbolo de belleza y fertilidad. Una demostración más de que la historia la cuentan los hombres y los que han ganado.
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