Cada viaje que realizo es diferente a los demás y el tiempo que paso en cada lugar es algo más que una estancia. La luz, la tierra, el paisaje, las costumbres y todo en su conjunto me transforma.

 

A veces es el azar quien tiene el papel más importante, tanto en el viaje como en las fotografías. Es quien me lleva a pasar una temporada en el lugar por corta o larga que sea. Una mochila ocupada en su mayor parte por dos cámaras fotográficas, 3 baterías, 5 carretes a color caducados y una vuelta abierta. Ni el final del viaje, ni el resultado de esas fotos estaban claros.

 

La vuelta llegó cuando tenía que llegar, y entonces, las baterías se agotaron y las películas caducadas se completaron. La cámara es una Werlisa Color de finales de los años 60, que junto a la caducidad de los carretes han dado este resultado.

 

Esta es una parte de la parte que me traigo de la isla. A cambio dejo, como siempre en cada viaje, una parte de mí entre el desierto y el océano de Fuerteventura.