Había en el bosque un lobo temeroso que no soportaba mancharse sus patas con la suciedad del follaje. Su miedo era tal, que juraba haber descubierto una conspiración del césped para torcer las hojas y clavárselas en sus patas.
Esa paranoia lo obligó a transportarse saltando de roca en roca para evitar a las plantas pero estas, molestas por ver sus planes frustrados, comenzaron a mofarse e insultarlo.
Un día estando en casa, encontró un paquete enviado por su hermana Muriel. Había dentro una caja con un par de zapatos rojos.
El lobo agradecido decidió usarlas para poder huir de allí.